JUEVES LITERARIO: MI CALLE
Mi calle es la calle donde nací y en la que vivimos toda la familia hasta que me casé. Desde entonces me he mudado cuatro veces de casa, en tres barrios de Ferrol diferentes, y nunca he vuelto a sentirme en “mi” calle.
Mi calle, la calle María, de Mugardos, es una estrecha cicatriz que cruza el centro del pueblo, desde la avenida principal hasta el muelle, con una pendiente del 60%, que si la subes te deja sin aliento, si la bajas deprisa, puedes acabar besando el suelo sin quererlo. Un calle en la que nunca aprendí a andar en bici, ni en patines, imposible con aquella cuesta.
Pero en mi calle jugábamos a la chapa, y a la cuerda y a la goma, a contar cuentos de miedo en invierno, cuando anochece temprano, y a tontear con los niños que pasaban, cuando empezabas a amanecer en la adolescencia.
Tengo mil fotos sentada en la puerta de casa, con mis amigas, con la familia, con mi novio, el primero en “serio”, el único que llevé a la casa de mis padres, el que sigo llevando.
La puerta de mi casa tenía un escalón alto, para salvar el desnivel, y un portal que nunca se cerraba, en el que jugar cuando llovía, a las mariquitas (muñecas recortables), o a las muñecas (aquella Nancy rubia, que me regaló mi tía, y que nadie más en el pueblo tenía, todas eran morenas, qué orgullo…).
Podría contaros un millón de historias sobre mi calle, la calle María de Mugardos, ya os conté una vez la de la casa en la que nací, al final de la calle, o al principio, según se mire, casi en el muelle, el puerto de Mugardos.
Pero hoy ya no os cuento nada más, porque hay muchas otras calles que leer en el blog de GUSTAVO, nuestro maestro de ceremonias que, original como siempre, nos ha propuesto que esta semana el jueves literario caiga en sábado. No os las perdáis.
Comentarios
Besitos
Un beso
Eran otros tiempos, y con el tiempo aún se dulcifican más.
Un beso muy grande.
Calles muy distintas la tuya y la mía (la primera que conocí); aunque las dos han sido testigos de infancias parecidas.
Un beso
En mi calle de niño había un quiosco donde mis padres me compraban cromos a la vuelta del servicio religioso en la parroquia.
En los bajos existía una cafetería. Algo novedoso en aquella época. Eapaciosa, nos acomodábamos alguna vez y tomábamos cocacola y patatas fritas.
Era tan alegre. Al final de la calle había una maternidad. Una zona mas bien seria, un tanto solitaria.
Pero la calle en la que yo me crié, se cruza con otra de comercio muy abiharrado, una de las más animadas de Madrid.
Edificios de viviendas, por lo demás, de siete pisos. Y azoteas donde cae el sol a plomo.
Desde hace algunos años tiene por su andén central un separador con arboleda.
El mar un poco más allá de la maternidad aquella, siempre en mí fue una añoranza.
Tésalo
Son recuerdos entrañables que ganan al compartirlos
Un beso
Un gran abrazo Teresa.
Bikiños
Se palpa el cariño por esa calle María, de Mugardos.
Besos
Un beso
Te sigo
Lourdes
¿Qué perdimos en la calle de la niñez? Hay que acordarse de los detalles,hasta crecer, hasta ser ahora venida de aquello.
Bicoooooooos.
Yo tambien disfruté así de la calle que me vió crecer.
Un beso Teresa.
Celebro que conserves tan a flor de piel esos recuerdos de la calle que te vió crecer.
Un abrazo.
Es muy cierto que la primera calle de nuestra infancia es la que siempre llevaremos como primer y más importante escenario de nuestra identidad y sentimientos.
Un abrazo.
Una calle nostálgica que nos lleva hacia atrás en el tiempo.
Un abrazo
El relato corto, pero muy simpático, agradable.
Beso, Teresa.
Quizás me guste tanto porque nunca la he tenido.
He vivido en tantos sitios, que ninguno ha llegado a ser mio.
Pero también tengo muchos y buenos recuerdos y he conocido a gente maravillosa.
Un besito, querida amiga.
Te mando un cariñosos beso
Casi se me junta un jueves con otro. Pero ya he llegado y he disfrutado con tu calle de cría y con las andanzas que por ella tuvieron lugar. La calle, "nuestra" calle de la infancia, tiene un sabor especial, inolvidable.
Ha sido un placer leerte.
Te dejo un abrazo.
Maat
Un beso