Relato para un Viernes 13
El terrorífico viernes 13, como muchas otras cosas, es un invento yanqui. No tiene mucho que ver con nuestro martes 13 que es simplemente un día de mala suerte, en el que procuras más que nunca no pasar por debajo de una escalera ni cruzarte con gatos negros.
El viernes 13 del otro lado del charco es más un día para contar historias de terror, ver películas fantásticas, disfrazarse, y comer muchas chucherías (esto último parece que no tiene mucho que ver con el miedo, pero qué sería de una fiesta americana sin un montón de calorías que echarse al buche?).
Aquí va mi particular relato adecuado para esta fecha, eso sí, he cambiado a Jason y Freddy Kruger por un mito más de mi tierra.
NOCHE DE DIFUNTOS © Teresa Cameselle.
Cruzaban el bosque en dirección norte, amparados por la bruma, los bajos de sus sudarios empapados en barro y hojas muertas. Recordé aquellos cuentos de viejas sobre la Santa Compaña y, teniendo en cuenta que era víspera del día de difuntos, pensé que sería apropiado unirme a ellos en su procesión macabra. Les seguí un tiempo, camuflado entre jirones de niebla; mis pies descalzos no sufrían al pisar el rastro que iban dejando de cristales rotos y colillas humeantes. De pronto escuché sus voces mortales resonando bajo las telas sudadas. Esto es mucho mejor que calabazas con velas, decía uno; verás al primer incauto que nos crucemos, no le va a llegar la camisa al cuello. Entonces comprendí que no eran lo que yo andaba buscando. Pero llevaba tiempo perdido y no había ninguna luz blanca que me guiase en mi camino.
Pronto llegaremos a la pista donde encontrarán mi coche, boca abajo, en la cuneta. Espero que sepan qué hacer con mi cadáver.
Comentarios
Un beso
Ahora estoy metido en ese bosque lleno de niebla tipo peli de terror.
Pobre hombre, espero yo también que lo encontrasen.
Perfecto Teresa para un día como hoy.
MMMMMMhhhh....la Santa Compaña, ¡qué recuerdos de noches enteras marchando por esos bosques de la Galia Feroche! Pero nunca me topé con ellos, y sí con mucho ladrido de perro alterado por el paso y el rebullir del grupo. Y sí recuerdo a los aldeanos cerrando puertas y cancelas a nuestro paso. ¡Éramos la Santa Compaña! (para ellos.) Y cómo no, el olor a bosque gallego, a eucalipto verde-húmedo, a toixo y a pino gallego (pinus pinaster).
(Has escrito 17 líneas, a 1,2 € línea te debo 20,4 Leuros.
Firmado,
Tu editor :-))
Espero tu cheque.
Un beso.
Paco, curiosamente hoy aquí, después de 40 días de diluvio, luce el sol y no hace un día nada terrorífico... Claro que el bosque de noche, en fin, hay que echarle valor.
Joana, no te apures con las palomitas, es tan corto que apenas da tiempo a comer un puñado.
Besos a repartir.
Un beso
Apapachos.
Hola Nancy, a mí me gusta tanto escribirlos como leerlos, así que por supuesto echaré un vistazo a los tuyos.
Besos.
De niño solía esconderme para escuchar los cuentos de los mayores, como sabes, llegada una hora nos decían: niños, a la cama. Y una de las cosas de que hablaban era del miedo; la santa compaña, como siempre era protagonista. Es curioso, llegué casi a calcular la hora en que se iba a ir, porque una hora antes de marcharse, cada cual a su casa, era cuando empezaban a hablar de miedo. No había mas luces que os "fachuzos"...
Bikiños
Siempre es un placer leerte.
Un beso, guapa.
Son las 2 am de una noche tormentosa en Buenos Aires, Argentina. Me llevaste de la mano
a un espacio donde el miedo pulsaba en mis venas... Debo regresar a la cama, y me siento como una niña...
Felcitaciones!!! Muy buen manejo
de la intensidad y el miedo, en un relato breve.
Un beso,
Maria
http://recuerdodevenus.blogspot.com/