(MARTES OPINIÓN) CAMBIAR DE OPINIÓN. APRENDER, AVANZAR.
Se le atribuye a Groucho Marx una frase que
me viene hoy bien para esta entrada: “Estos son mis principios. Si no le
gustan, tengo otros”.
Y cito hoy esta frase, sea o no del genio
de Groucho, porque voy a rectificar un artículo de este blog, titulado “Dar la cara por la romántica”.
En este caso, hablamos de opiniones, que no
es lo mismo que principios. Los principios son el conjunto de valores,
creencias y normas por las que regimos nuestras vidas. La opinión, según la
RAE, es el “juicio o valoración que se forma una persona respecto de algo o de
alguien”.
De opinión, se puede cambiar. Aunque
alguien vendrá a citarme un refrán muy español, “donde dije digo, digo Diego”.
No importa, creo que es bueno cambiar de opinión si eso significa que has
aprendido algo nuevo, que alguien más sabio que tú te ha dado una visión que
antes tenías sesgada, o simplemente que reconoces que te equivocaste.
Sigo firmando el anterior artículo
prácticamente en toda su extensión. Sigo deseando ver mi nombre en la portada
de cada novela que escribo, independientemente de si cambio de género, de
estilo o de editorial. Pero acepto, porque me lo han explicado personas en las que confío y que saben más que yo del mundo editorial, que
puede haber circunstancias para utilizar distintos seudónimos.
Citaba yo en aquel artículo, a las
autoras que he escuchado declarar en público que utilizan seudónimo porque no
quieren que las identifiquen con sus novelas romántica, si algún día deciden
publicar algo “más serio”. Sigo con la misma opinión negativa sobre este tipo
de actitudes. Una debe estar orgullosa de lo que publica, y debe estar
convencida de que es lo mejor que puede dar de sí, antes de ofrecérselo a los
lectores. Si necesitas ocultarte tras un seudónimo para que no te relacionen
con tus propias novelas, es porque no cumples ninguna de estas dos premisas que
para mí son fundamentales.
Lo que me han explicado recientemente es
que, a pesar de que no me gusta hacerlo, hay que pensar también en la
literatura como en un negocio. Ejemplo: en un centro comercial tenemos
distintas tienda de ropa que ofrecen distintos estilos, sabemos que en Bershka
hay ropa juvenil, y en Massimo Dutti, un estilo más maduro y elegante. Pues
bien, si una autora escribe distintos géneros, digamos, romántica y novela
negra, es lícito que utilice distintos seudónimos. No significa que se oculte
detrás de ellos, puesto que todos conocemos autores que han utilizado
seudónimos para diferenciar sus novelas: Nora Roberts es también Jill March,
Sarah Hardesty y J. D. Robb; Victoria Holt era también Jean Plaidy, Eleanor
Burford, Philippa Carr, Elbur Ford, Kathleen Kellow, Anna Percival y Ellalice
Tate. Sabía algunos de los seudónimos de estas autoras, pero no todos, así que
gracias a la web de El rincón romántico, donde he consultado la información.
De lo que se trata es de los lectores
reconozcan el tipo de novela que van a leer, según el seudónimo utilizado. Así
sabemos, por seguir el ejemplo, que Nora Roberts escribe novela sentimental,
pero J. D. Robb escribe una saga de novelas policiacas futuristas. Victoria
Holt escribía novela gótica romántica, y Philippa Carr, novela histórica.
Dicho esto, personalmente sigo sin sabe si
algún día usaré un seudónimo, sigo muy aferrada a mi nombre, puesto que comencé
con el real y nunca he utilizado otro. Lo que sí os puedo decir es que la novela
que he terminado hace poco no se puede catalogar de romántica, y que entre mis
proyectos, ya varias veces aplazados, hay varias novelas de juvenil. Si las
circunstancias me llevan a la necesidad de utilizar seudónimos para diferenciar
las distintas líneas de mis obras, aquí, en este blog, tendréis siempre toda la
información y aclaraciones, y espero que, a los que disfrutáis con lo que
escribo, os siga gustando aunque cambie de género.
Esta era mi reflexión sobre los seudónimos
y las opiniones.
En cuanto a los principios, tengo unos
cuantos, y ya he citado dos antes: sentirme orgullosa de lo que publico y estar
convencida de que lo que ofrezco a los lectores es lo mejor de mí. Esos no los
cambio, ni por seguir citando, supuestamente, a Groucho Marx.
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