¿QUÉ FUE DE LA ROMÁNTICA HISTÓRICA?
Parafraseando lo que se dice sobre el folk en la película “A propósito de Llewyn Davis”, de la romántica histórica se puede decir que es el género que nunca pasa de moda, porque nunca lo estuvo.
Durante muchos años la romántica histórica era El Género por excelencia, y todo lo demás, subgéneros que fueron apareciendo con los años. De hecho, se considera a Kathleen Woodiwiss, maestra del romance histórico, como la creadora de la literatura romántica tal y como la conocemos desde los años 80 del pasado siglo.
Las que empezamos a leerlo en aquella época, podíamos disfrutar de las novelas de grandísimas autoras, desde Woodiwiss, pasando por Johanna Lindsey, Jude Deveraux, Jo Beverly, Amanda Quick… La lista es abrumadora e interminable.
Autoras con las que aprendimos auténticas lecciones sobre épocas históricas, sobre moda y normas sociales, sobre bailes de salón y títulos nobiliarios, sobre el lejano Oeste o el exótico Oriente. Aquellas novelas no solo te hacían soñar, además ampliaban tus horizontes, mejoraban tu vocabulario y te dejaban el poso que solo puede dejar la buena literatura.
Años después comenzaron las modas. A partir de 2005 con los vampiros de Crepúsculo llegó un aluvión de novelas paranormales, y también podemos considerar esa saga como el germen de lo que luego se llamó Young Adult o New Adult.
Pero estas novelas seguían conviviendo con grandes romances históricos, de la mano de Lisa Kleypas, Loretta Chase o Laura Kinsale, por ejemplo; y también llegaban las primeras autoras españolas, que habían leído a las grandes y aprendido de ellas, como Nieves Hidalgo o Pilar Cabero.
Y en 2011 llegó “50 sombras de Grey”, y el boom de lo erótico en todas sus vertientes, desde el chick lit más ligero, hasta lo abiertamente pornográfico.
Y la romántica histórica empezó a arrinconarse en las librerías, cada vez más al fondo y en menos cantidad, mientras esta nueva erótica y el new adult llenaban estanterías, con una cantidad de ejemplares y una visibilidad que nunca había tenido ningún género romántico.
¿Y qué has hecho tú, lectora empedernida de romántica histórica, en los últimos años?
¿Has seguido leyendo a las nuevas autoras? ¿Conoces a Sarah McLean, a Tessa Dare, a Hope Tarr…? ¿Lees a Nuria Llop, Rita Morrigan, Ana Iturgáiz, Yolanda Quiralte…?
Esa clase de novelas que las lectoras jóvenes devoran como si fueran chocolate, pero que luego reconocen en sus reseñas no diferenciar unas de otras.
Novelas que reflejan las modas y el vocabulario de la calle y las redes, reduciendo tus horizontes en vez de ampliarlos.
Novelas que, solo con mirar las sinopsis, ya sabes que son historias clonadas, siempre buscando imitar lo que vende, lo que triunfa, tratando de encontrar la fórmula mágica que las lleve al estrellato.
Confiésalo, venga, reconoce que te entretiene, que no te exige, que puedes leer una novela mientras vas en el metro, o te tomas un café, y al mismo tiempo atender al Facebook y al WhatsApp.
Está bien, no te voy a decir yo que no, pero luego no te quejes de que las editoriales ya no publiquen romántica histórica, de que hayan dejado de comprar y traducir a las grandes autoras extranjeras, de que las autoras en español se dediquen casi en exclusiva a la erótica y el chick lit...
Esto sigue siendo un negocio, para las editoriales y también para los autores autopublicados, y funciona con las leyes de la oferta y la demanda.
Y, lamentablemente, la demanda es la que es.
Comentarios
Pues de mí nadie podrá decir que no soy cabezota, así que yo sigo leyendo histórica.
Al menos algunas editoriales siguen apostando por ella, aunque haya menos opciones, no creo que haya menos calidad. Tenemos autoras nacionales de verdadero nivel...
Seguro que, como todas las modas, esta también pasará...