Este jueves un relato: LA SOLEDAD
PAUSA
©Teresa Cameselle
Aunque nunca lo hubiera reconocido en voz alta, se complacía en sus horas de soledad; se regodeaba en ellas.
La mañana pasaba rápida, ocupada en quehaceres domésticos y pequeños recados. Sólo al mediodía comenzaba el ansiado vía crucis. Un servicio único sobre la mesa de la cocina, unas raciones siempre demasiado abundantes, mañas de cocinera de familia numerosa difíciles de olvidar. Después el postre y el café, ante el televisor. La tarde arrastrándose, lento caracol, entre el murmullo de voces ajenas, a veces acompañadas por el golpeteo de lluvia en los cristales, otras por el reflejo del sol, únicas variaciones en la sobada rutina. Años atrás su vida había sido un ajetreo constante, una máquina imparable, por fuerza siempre engrasada, siempre en pleno rendimiento. Desde hacía tiempo, cuando alguien, no sabía quien, había pulsado el botón de pausa, la máquina dormía un sueño eterno cuajado de óxido y telarañas.
A las siete en punto las llaves en la puerta la despertaban de su ensueño. Tenía entonces que renunciar al silencio y compartir su espacio con un extraño del que ya apenas recordaba nada. Llegaba exigiendo sus zapatillas, su cena, su lado de la cama. Suspirando, ella añoraba su gustosa soledad, sus horas de libertad y hastío.
Si las llaves se retrasaban unos minutos, se atrevía a imaginar que quizás ya nunca llegarían, que se realizaba su sueño, que por fin era dueña de su tiempo, de su monótona vida.
El día en que se cumplió su deseo descubrió una nueva faceta de la soledad. No era ensueño, no. Era pesadilla.
Comentarios
Muy bueno, Teresa
Muchas veces se hace difícil reconocer lo que realmente queremos. Si fuéramos capaces de ello, la lucha por conseguirlo sería nuestro único objetivo. Así nos va.
Como siempre, un placer leerte.
Te dejo un fuerte abrazo.
Maat
Elipticamente perfecto
cariñitos
A esa soledad común, abundante en muchas vidas, convendría despertarla con un portazo en las narices para echarse a la vida, pero...cuesta dar el paso, puede mucho esa soledad de losa.
Genial versión de una soledad que abunda. Besito, bico compartido.
Un buen día, surge esta disciplina de un espacio.
Y otro, han sido estas entradas, en las que describo lo que aquì sucede.
A mí, tu personaje, verdaderamente me produce resquemor.
Me he puesto incluso en la parte, de quien a partir de cierta hora en su vida, se hace ver
Tésalo
Es difícil meterse en la piel de algunas personas en determinadas situaciones, hay tantas soledades ligadas a la vez, al fracaso como al éxito.
Relato envolvente y directo a la reflexión.
Abrazos
Un abrazo.
Un saludo afectuoso y un gusto leerte.
"L0
HAS
B0R
DA
D0""""""
¡¡¡¡ASI DE SENCILL0, TERESA, ASI DE SENCILLL0¿¿¿¿¿
¡¡¡¡
MEDI0 BES0
PA TI S0LA
Besos a repartir (Uno especial para Gus, por salir de la cueva para acercarse a leerme).
Besitos y me ha gustado visitarte, gracias por pasarte por mi blog. Tomaste tu café?
darnos compañía. ¡Qué bien has pintado con tu relato a ese tipo de gente!. Genial, Teresa.
Es un placer leerte.
Un par de besos.
Isabel
El tuyo, realmente angustiante, refleja muy a las claras la realidad de tantas parejas de extraños que conviven sin ninguna ilusión, más aún, sobrellevan la existencia soportándose en silencio...qué triste!
un abrazo!