La documentación
Esta tarde acabé de leer "Ronda nocturna" de Sarah Waters, autora de la que ya os recomendé "Falsa identidad", bien como novela, bien como serie de la BBC que podéis encontrar en Youtube.
El libro, no recomendable para personas sensibles, es un retrato descarnado de la vida en Londres bajo los bombarderos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, y de las repercusiones en la vida de sus protagonistas. Son estos personas tristes, amargadas, cuyas vidas al principio resultan confusas, torcidas, demasiado complicadas, pero que la autora, de la manera más curiosa, va descubriéndonos poco a poco el porqué de su situación actual, contándonos sus historias en tres partes: la primera en 1947, la segunda en 1944 y la última, muy breve, casi a modo de epílogo, en 1941. La maestría de la novela consiste en que en ningún momento, a pesar de saber cuál es el final y de poder prever lo que va a ocurrir en cada periodo, la historia pierde interés.
Pero no quería hoy hacer una crítica de esta recomendable novela, sino hablar del cuidadísimo, extenso y valioso trabajo de documentación que Sarah Waters realizó, a lo largo de los cuatro años que le llevó terminar este libro.
Cuatro años, sí. A algunos les parecerá mucho tiempo, a mí que acabo de leer la novela, poco.
Cuatro años para saber exactamente el tipo de ropa que se vestía, lo que se comía, las variadas bombas que lanzaban los alemanes cada noche sobre Londres, los barrios que quedaban destruidos en cada ocasión, los distintos trabajos que podía ejercer una mujer durante aquellos años, lo que le podía ocurrir a un objetor de conciencia, las películas que se veían en el cine, etc., etc., etc.
¿Cómo ha logrado Sarah Waters tal hazaña? Según su nota final de agradecimiento, consultando con personas especializadas en cada materia, viendo películas de la época y sobre todo leyendo, leyendo muchísimo, la lista de libros, no novelas, que acompaña a su nota, es de más de dos páginas.
Y lo más importante de todo. Lo cuenta como si tal cosa. En ningún momento tienes la impresión de que la autora esté presumiendo de toda la información que ha recabado, de que se regocije en los detalles. Todo lo contrario. La impresión que tiene es de que este libro lo escribió alguien que vivió aquella época, lo cual sabemos que no es cierto pues la autora nació en 1966. Pero esa es la idea con la que te quedas. Un libro escrito hace sesenta años por alguien que lo vivió de primera mano.
Hay muchas ventajas en ser una escritora de cierto éxito y ser inglesa. Me consta que las editoriales miman a estos autores. ¿Necesitas a alguien que conozca el funcionamiento del servicio de ambulancias durante los bombardeos? La editorial te lo busca. ¿Alguien que te de detalles sobre una cárcel de la época? Pues lo mismo.
No pretendo quitarle ahora méritos a la autora, antes he dejado bien claro que los tiene todos, pero sí quiero dejar constancia de la "envidia" que me produce.
Pienso ahora que si yo me dirigiera a algún Catedrático de historia experto en el siglo XIX, pidiéndole con todo respeto que me ayudase con las mil dudas que me entran en cuanto a la historia de mi querida Mercedes Montenegro, que se ha empeñado en ser periodista en una época en que las mujeres decentes no salían de su casa más que para ir a misa, tal vez recibiese un "vuelva usted mañana" por toda respuesta. ¿O no? Quizá debería intentarlo.
Pondré un anuncio: Se busca experto en vida cotidiana y prensa en la época de la restauración. ¿Algún voluntario?
Sigo con "No todo fue mentira", que ya queda muy, muy poco. Y después tendré que ponerme seria con la señorita Mercedes.
Y no divago más por el día de hoy.
Comentarios
Apetecible la novela que comentas.
Bicos.
Ha sido muy interesante leer todo lo que nos traes en esta entrada. Con lo sencillo que resulta coger un libro de un estante y leerlo...sin pensar en lo que hay "detrás".
Gracias por la visión que has dado del trabajo de Sarah Waters. Cada día se aprenden cosas nuevas.
Un abrazo.
Maat
Me alegra que tu obra esté casi concluída.
Seguro que será un éxito.
Un abrazo muy fuerte.
Como dices, Maat, a veces no nos damos ni cuenta, pero esos son los libros buenos. Los otros, aquellos en los que el autor parece estar diciéndote: "fíjate cómo me lo he currado, cuanto sé de la época", o, como decía una crítica que leí hace tiempo: "te voy a contar hasta los candelabros que tiene el castillo...". Esos no interesan.
Besos.
Un saludo,
Juanma
Un beso.
No te cortes Teresa, tu también te lo habrás currado en La hija del cónsul, la ambientación es muy correcta.
Y sí, hace poco leí un libro sobre Roma y al autor se le notaba demasiado el interés en mostrar su erudito conocimiento, mediante el método de poner en boca de los personajes un exceso de información histórica.
Esto de los sábados tiene que disfrutarse, nunca padecerse. Y cada cual sabe cuando le apetece subir al carrusel o quedarse a degustar un helado.
Mucha suerte para tu novela. "La hija del Cónsul" ya mismo tiene una hermanita. ¡Qué guay!
Besos literarios.
Gracias, Merce, ya sabes que prometí acabarla antes del 31 de agosto, y en ello estoy.
Besos.