Sábados literarios de Mercedes. Una historia de Internet.
Después de tener el blog abandonado, pobre, toda la semana, hoy me propuse acudir a la cita, aunque fuera tirando de relatos guardados en el cajón.
Dice el refrán que no se puede estar en Misa y repicando, o algo así, ¿no? Pues eso. Que estoy escribiendo mucho, pero no en el blog.
Buen viaje en el blog-bus para todos. Ya sabéis que hoy conduce Mercedes:
http://mercedesmartinalfaya.blogspot.com
SAN VALENTIN
Teresa Cameselle©
Bajo la atenta mirada del sumiller probó el vino, dio su aquiescencia con un breve gesto afirmativo y esperó a que sirviera la otra copa sin dejar de mirar ni un momento los cristalinos ojos verdes de su compañera de mesa.
–Por nosotros –brindó con la copa en alto–, y un sinfín de momentos perfectos como éste.
–Por nosotros –brindó con la copa en alto–, y un sinfín de momentos perfectos como éste.
El sonido de unos tacones urgentes, furiosos, detuvo las conversaciones en las mesas que los rodeaban, ninguno de los dos se movió, conscientes de lo que iba a ocurrir.
–Siempre has sabido escoger los mejores restaurantes, Carlos –dijo la mujer que se había detenido ante su mesa, su vestido rojo parecía sangre al entrar en contacto con el blanco inmaculado del mantel–. Espero que disfrutes de la cena, cuando mi abogado termine contigo, quizás ya no puedas permitirte sitios tan lujosos.
–Déjalo estar Isabel –la mirada del hombre fue fría, cortante–. Tú que siempre has odiado ponerte en evidencia en público no irás a montarme ahora una escena, ¿no?
A pesar de su gesto seguro, airado, la mujer titubeó mientras sus ojos giraban para observar a los desconocidos que les rodeaban, un repentino repiqueteo de cubiertos unido a un murmullo de voces intentando retomar conversaciones detenidas a su alrededor, fue la respuesta ante su inspección.
–¿No me vas a dar el gusto de representar el papel de esposa despechada? –Isabel enfrentó a su esposo, poniéndose al lado de su rival que permanecía callada, con la vista baja– Estaba preparada incluso para llorar, claro que en el fondo me da risa, no sabes lo fácil que ha sido hacerte caer en la trampa. Marta ha hecho un gran papel –dijo tocando el hombro de la mujer de ojos verdes–. Fui yo quien le dijo los chats que frecuentabas y también le di la dirección de tu correo electrónico, no hace ni un mes de eso, y aquí estáis, celebrando San Valentín como la perfecta parejita de enamorados.
–¿Alguna vez se te ocurrió pensar que si frecuentaba chats era porque me aburría contigo? –preguntó Carlos con la misma voz calmada, contenida– ¿Me creerías si te dijera que nunca te he sido infiel, a pesar de tus acusaciones, tus inseguridades y tus celos enfermizos? –se detuvo mirando a su compañera de mesa, las últimas palabras parecían más dirigidas a ésta que a su esposa. Marta parpadeó apenas, azorada–. Pero basta, no voy a discutir aquí nuestra vida privada. Dile a tu abogado que me envíe las condiciones del divorcio, seguro que llegaremos a un arreglo.
–¿Alguna vez se te ocurrió pensar que si frecuentaba chats era porque me aburría contigo? –preguntó Carlos con la misma voz calmada, contenida– ¿Me creerías si te dijera que nunca te he sido infiel, a pesar de tus acusaciones, tus inseguridades y tus celos enfermizos? –se detuvo mirando a su compañera de mesa, las últimas palabras parecían más dirigidas a ésta que a su esposa. Marta parpadeó apenas, azorada–. Pero basta, no voy a discutir aquí nuestra vida privada. Dile a tu abogado que me envíe las condiciones del divorcio, seguro que llegaremos a un arreglo.
La mujer del vestido rojo dio un respingo ofendida, se envaró, abrió la boca para decir algo más pero en el último momento la detuvo el orgullo; respiró hondo y adoptó una postura más relajada.
–Marta, ¿te vienes? –dijo volviéndose hacia quien consideraba su amiga. La sonrisa que le cruzó el rostro le supuso más esfuerzo que a Moisés separar las aguas del Mar Rojo– Podríamos tomar un café...
–Yo... –la mujer de ojos verdes posó la copa sobre el mantel con la mano casi temblorosa, miró al hombre sentado enfrente y, de repente, su boca se curvó apenas en una sonrisa tierna–. No, Isabel, yo me quedo.
Comentarios
Pero, a título personal, me pregunto (lo mío es la duda) ¿acaso no hemos estado, siempre, relatando cosas por internet?
No me hagas caso, estoy fuera de juego, y hasta no sé cuando, pero...
Tal vez, ja, jaaa, como dice Balango en mi blog, acierta, en la época antígua no existía esta parato maligno y no me he situado.
Bikos y hasta después de Roma, para mí. Más bikos.
Lo que llegan a maquinar unas y...otras. Ha sido un entretenida historia, con un final inesperado, pero que puede ser perfectamente real.
Un placer leerte.
Un abrazo.
Maat
Un abrazo.
Lo recuerdo. Me encantó en su momento y me sigue gustando. Qué tiempos aquellos. Y qué gusto haber salido de allí.
Besos
Excelente relato.
Un saludo
Un abrazo.
Curioso desenlace, que además tiene buena pinta, sobre todo para el abogado de Isabel, jaja.
Un abrazo
Me ha encantado tu relato, muy bien escrito.
Un beso
Muy bueno, Teresa.
Un abrazo
Me paso un ratito, breve, a dejaros saludos y agradecimientos, y trataré de leer los vuestros en lo que queda del día.
Besos.
No existe en el mundo mejor teatro que la vida es imprevisible el giro que podemos dar los actores que estamos en el escenario del mundo.
Besotes.
Paola.
Como ya te he comentado alguna vez, tienes buen gusto en el empleo de recursos literarios, sin abusar. Por ejemplo, cuando escribes: "El sonido de unos tacones urgentes, furiosos..." Es una metáfora, ¿no?
Internet, abre los ojos.
Buen relato.
Un saludo, Teresa
EL FINAL...DICE P0R AHI UN C0MENTARI0 QUE QUE MALAS S0M0S LAS MUJERS...SERA ASÍ¡¡¡ LA VENGANZA ES DE AMB0S, CRE0...
GRACIAS TERESA¡¡¡
Hay un dicho que dice que no conoces a fondo a una persona hasta que te divorcias de ella.
Y creo que es verdad.
Mientras todo es de color rosa, es facil ser maravilloso/a, luego es cuando se sacan las uñas...
Muy bueno tu relato.
Un beso
La pareja que llega al restaurante de lujo, el metre los acomoda y pregunta...
¿Qué tomará el señor?...
-Pues...traigame un albariño gran reserva, caviar, ostras y langosta termidor
Y pregunta el metre -¿Y a su señora?
Responde el señor; A mi señora le pone un Fax y le dices que me lo estoy pasando de P. madre